NATURALMENTE UTÓPICA (DENISE SÁNCHEZ #Naturalia)



Ya me habían hablado de ese lugar. Cada uno lo describía de manera diferente. El colorido de las imágenes iba variando según el discurso del hablante. Para algunos era como un mundo violeta rosado, para otros rosado con tenues luces anaranjadas y rojas. Para los unos eran paraísos azules aturquesados; y también estaban los que veían mundos verdosos repletos de luminarias, rodeados de frondosas naturalezas mutantes que danzaban sobre lienzos libres policromos y monocromos.
Pero todos describían lo mismo: un mundo utópico, un lugar donde la felicidad te toca, te acaricia; donde los colores penetran en tu interior; donde el sortilegio existe; donde los imposibles pasan a ser utopías dables. Bicicletas de colores, arcoíris, fuentes, cascadas, lluvias, tempestades. Todo ahí mismo haciéndose realidad.
Me obsesioné de tal manera, que no paré de averiguar en variadas empresas de viajes. Era imposible dar con Naturalia, ese lugar soñado casi inexistente; ya que ningún conocedor del planeta lo tenía en cartelera. Pero era tan real para mis interlocutores en sus dantescas historias, que me era imposible admitir que esos quijotescos relatos no constaban en ningún lugar topográfico.
Busqué por doquier, quería encontrar ese sitio, estaba atrapada en un mar azul violeta con un cielo celeste con nubes blancas danzarinas. Y en sus orillas repleto de flores de todas las gamas. Quería contemplar una cascada eterna de esas que caen y hacen tanto bullicio que llenan el alma. Habitar un mundo disímil, donde la plenitud a la que tanto se referían esos locos bonitos pudiese engendrarse en mi interior desde ese exterior inconmensurable.
Me negaba a creer que todo aquello era irreal, no me permitía admitirlo. No podían coincidir tantas voces que contaban una misma historia al unísono. ¿Sería un sueño? ¿Estaría divagando? No sabía ser condescendiente, ni paraba de torturarme con mis propias fantasías. Admití que todo eso de la utopía podría ser un imposible, algo que era producto de mi imaginación, y deserté a pesar de odiarme por eso.
Preferí pisar sobre seguro, tomé mi equipaje, decidí viajar de verdad, a un lugar existente, conocido por las agencias de turismo. Esos lugares repletos de promociones, en playas paradisíacas en una isla remota.
Estaba sola, y a la vez rodeada de gente, el sol pegaba en mi rostro enrojecido, las olas rompían tan cerca que podía sentirlas en mi piel. Y no sé si me dormí o si pasé a mejor vida; pero afloró en mí toda una acuarela repleta de infinitos colores, mezclándose los unos con los otros, formando otras miles de tonalidades, de brillos, de consignas. Estaba allí, en mi propio paraíso, en mi lugar en el universo. Y no sé si era un espejismo o una alucinación; pero preferí pecar de ignorancia;  para poder seguir viviendo por siempre en Naturalia.

Por Andrea Sigal, © 2020


Naturalia por Denise Sánchez

#Naturalia Por Denise Sánchez


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