LOS DIEGO RIVERA
“El levantamiento”, Diego Rivera |
Con el yugo al cuello, así se vivía
en el país del nunca jamás. No había razón alguna para salirse de lo que el
sistema había impuesto para ellos. Y más si fusil en mano, la amenaza de querer
osar una vida diferente, era una utopía para cualquier laburante. El día
comenzaba muy temprano, y terminaba con el crujido del estómago lo más antes
posible. Así sin más, se disimulaba con un mate con yerba de ayer secada al
sol, el último sorbo de otra jornada llena de hastío. Pero un adulto podía
yacer de hambre, o sobrevivir una noche más, con un suspiro menos. Pero cómo
callar al estómago crujiente de un niño en llantos. Cuánto se podría soportar ver
y sentir al unísono el dolor de no
comer, de atragantarse con frases que no conviene dejar salir, esos gritos
acallados que luchan por ser voz de masas desposeídas. ¿Cuánto se puede encerrar al vacío la
injusticia? ¿Cuánto tiempo el miedo al poder armado, es más valiente que el
poder unido de la muchedumbre insatisfecha? El miedo no te permite saber hasta dónde puede llegar el poder del poder
real, el de la verdad y la justicia. Y ese día el poder real, le quebró el
brazo armado a la soberbia de clase, aquella que se dignifica con la miseria
ajena, sin empatía alguna, y menos el de sentirse culpable por no sentir culpa.
Y no sin temor, pero con coraje, una jornada
como cualquier otra, pero con la miseria al cuello, se tomó el toro por las
astas y la dignidad dio su primer paso hacia la victoria, con la razón en manos
y el rugir de un corazón al galope
corriendo desesperado en la búsqueda de su propio destino, aquella morada que
todo humano con humanidad merece hallar.
El después, amaneció temprano,
porque anocheció hasta que las velas no ardieron; y el banquete y el vino
acabaron.
Por Andrea Sigal 2018
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